Teniendo como premisa la densificación, se estudió cómo intensificar dicha cualidad en las áreas urbanas centrales ya consolidadas.
Mayor densidad habitacional requiere mayor superficie, por lo que en áreas de intervención reducidas se tiende a recurrir al apilamiento de unidades.
Analizando las viviendas y los modos de vivir actuales se evidencia que las mismas poseen gran cantidad de superficie en desuso dependiendo de la actividad que se desarrolle, por ejemplo los dormitorios durante el día o las zonas de estar-comedor durante la madrugada. A esto se suman las zonas de guardado y placares ocupando amplios sectores en planta.
Estos factores llevaron a hacer foco en aspectos tales como la flexibilidad y la adaptabilidad de la arquitectura a los distintos usos que se le da a la misma durante el transcurso del día aprovechando al máximo toda la vivienda.
Es así que se apostó a desarrollar viviendas que ocupan zonas de guardado y espacios de dormir debajo del piso, con mobiliario que puede desmontarse de las paredes para su uso o para guardado, y núcleos húmedos que mediante su rotación pueden generar mayor diversidad de transformaciones a la vivienda.
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